martes, 8 de abril de 2008

Dinero y más dinero

JOSÉ MAJÓ se transmuta en Anonetoy para escribir un lujo de detalles bien llevados: Dinero y más dinero. La excusa era una imitación del estilo de Juan José Millás. Creo que la excusa quedó muy atrás, y que muchos (¡ay!) pasarán el día como buscadores de dinero, a sabiendas de que no irán más allá de "cambiar letras por números, sueños por fórmulas, harina por marfil".

DINERO Y MÁS DINERO
Para los niños es sencillo volverse millonarios. Lo confirmó Mateo, protegido por su séquito de hermanos mayores. Los pimpollos se resguardaron detrás de una reja y montaron un negocio de galletas a peso que, en caso de no aceptarlas, se ofrecían gratuitamente. No había modo de no comprarlas. Estaba parado ante los discípulos de Kotler. Y aunque dudé de la procedencia de aquellas galletas, lo lograron. No exigí la certificación ISO 9001. Mateo trajo una bandeja recién horneada por su madre: las provisiones suficientes para conseguir una pila de dinero, guardarlo debajo de la cama, y aplastar a cualquier intruso de la noche con su poderío económico. Como tantos otros. Elegí la galleta con forma de elefante. Curiosamente no tenía colmillos. El pobre elefante de harina, que mueve las orejas llamando a su mamita, perdió sus colmillos a manos de los cazadores del capitalismo.
Al día siguiente decidí armar mi propio negocio. La medida era irrevocable. Si ellos podían, yo también. Sólo quedaba una pequeña cuestión por decidir: ¿Qué hacer? Enfundé mi rostro de ineptitud y lo cambié por una impresión reflexiva e indiferente, como todo empresario exitoso. Consideremos aquellas ideas por las originalmente nadie daba un céntimo y terminaron por convertirse en un bombazo. Entre ellas, el millón de píxeles vendidos a dólar. O los Doogles, las gafas de bucear para perros. O Positivesdating.com, el sitio web que concibe citas entre personas con Sida. Podría seguir. Pero no. Debo pensar oportunidades de negocio, nichos de mercado, como dirían los investigadores de mercado.
En la oftalmología está el futuro. Bien sabemos que todos los niños usarán lentes. Esa es una verdad a tener en cuenta. Aunque con el boom del calentamiento las bicicletas se pondrán de moda. Podría, quién sabe, dedicarme a ensamblar bicicletas ecológicas a partir de envases descartables. Podría, quién sabe, vivir de la planificación de bodas. Total, actualmente el promedio de casamientos per cápita es altísimo. Se me viene a la cabeza la idea de convertirme en traductor de chino, aunque con la idea viene el problema: se me escaparía la vida aprendiendo chino, y la riqueza, sólo vendría con los años. Necesito algo inmediato. A partir de mañana comenzaré algo grande, con la convicción de convertirme en un magnate. Y todo irá bien. Pasaré el día en búsqueda, con la impresión de que no haré más que cambiar letras por números, sueños por fórmulas, harina por marfil.

7 comentarios:

Hugo Hernández Martínez dijo...

Cómo puede ser que lea esta columna y nazca de mi interior un cierto rechazo al ver que el marketing sustituyó a la rueda-rueda, si no dejo ni un segundo de pensar en mi futuro contado en monedas.

eresfea (portavoz) dijo...

H..., estás hecho un justiciero. Ataca sin piedad, je, je.

Anonetoy dijo...

Brillante. Cinco estrellas.

Eresfea, mandale mi felicitación al asador.

tan versátil como acústica dijo...

sostenes con velcro, tienen futuro.

Minerva dijo...

Es bastante utópico, pero el mejor negocio sería vender vidas (hay mucha gente que ya no tiene). Funcionaría muy bien, mejor que en Vanilla Sky.

Minerva dijo...

Hermoso texto.

Deallá Yacá dijo...

Josa y un gran despliegue de sus conocimientos “marketineros”, con la sensibilidad de quien disfruta de la escritura...mmmm... interesante combinación! ;)